La marcha de Ronaldinho

Ronaldinho llegaba al Barça tras varias temporadas en blanco del equipo culé. Todo un proyecto se iniciaba alrededor del astro brasileño y de una apuesta del nuevo presidente Joan Laporta para el banquillo: Frank Rijkaard. La primera temporada fue de adaptación y no se vio la magia de Ronaldinho hasta la segunda vuelta cuando el Barça consiguió unos resultados magníficos que estuvieron a punto de dejar al Valencia de Benítez sin liga. La siguiente temporada llegó la explosión de Ronaldinho, que se convirtió en un ídolo mediático y un jugador resolutivo.


Ahora, varios años después encontramos a un Ronaldinho sin ganas, sin magia y con pocas ganas de ofrecer su fútbol a una afición que le idolatraba y que ahora se ha cansado de sus caprichos. Los mismos caprichos que se le perdonaban cuando estaba en forma y maravillaba a propios y extraños, las fiestas, la noche, las pocas ganas de entrenar, los enfrentamientos con compañeros, un hermano que intenta sacar todo el jugo al club y que ha hecho poco para que Ronaldinho se encontrara feliz en un equipo y un club que le ha dado todo y que ahora le va a dejar salir por un precio irrisorio comparado al precio de mercado.